Viñedos y bodegas
EL CRDO LA DESPIDE CON AMENAZAS DE CÁRCEL
Por qué Artadi deja la DO Rioja
VÍCTOR DE LA SERNA
Juan Carlos López de Lacalle, en la Viña El Pisón
El 31 de diciembre habrá sido el último día de Artadi en la Denominación de Origen Rioja. En los 90 años que ésta acaba de cumplir, es la primera vez que una bodega de prestigio –quizá la de más prestigio de las aparecidas en los 30 últimos años- la abandona por voluntad propia. Y lo ha hecho recibiendo del Consejo Regulador una desabrida providencia en la que se amenaza al "titular de las instalaciones", Juan Carlos López de Lacalle, con penas de hasta dos años de cárcel si a partir de ahora se le ocurre en sus etiquetas o documentos mencionar "Rioja" o alguno de los municipios incluidos en su ámbito geográfico.
La providencia, firmada por el director del "órgano de control" de la DO, Pablo Franco Sarria, es una última muestra de prepotencia, un último desplante de una entidad que ha ido dejando de lado el objetivo primigenio de las denominaciones de origen del vino creadas en Europa a principios del siglo XX: defender el origen, la autenticidad y la calidad de los vinos producidos en territorios privilegiados, merecedores de una marca colectiva que contribuya a prestigiarlos.
López de Lacalle argumenta que la imagen de sus vinos, y en consecuencia su cotización, se ve injustamente disminuida en el mundo por la automática asociación que se hace en la mente de los consumidores entre "Rioja" y "vino barato de supermercado". Sus peticiones de nuevas exigencias y categorías de calidad dentro de la DO se han topado con los oídos sordos de quienes ostentan el poder en ella.
Rioja, que desde la segunda mitad del siglo XIX ha albergado la mayoría de las bodegas más prestigiosas de España, sobre todo las elaboradoras de vino tinto, ha optado claramente por un modelo productivista, de paulatino aumento de la superficie de viñedo (62.000 hectáreas en la actualidad, un 50% más que hace un cuarto de siglo) y de tolerancia de los rendimientos.
Con una producción que fluctúa entre los 220 y los 300 millones de litros, Rioja está produciendo principalmente una enorme masa de vinos muy baratos de supermercado. No difiere en ello de la mayoría de las demás denominaciones: casi todas se contentan con esa categoría. Pero ninguna tiene detrás la historia de Rioja ni dispone de su potencial de calidad. Y hoy, en los supermercados del mundo, se encuentran riojas en los precios más modestos de cada escalafón local.
Saltarse el reglamento
En su expansión cuantitativa, la denominación llegó en noviembre a una nueva cota sin precedentes: saltarse su propio reglamento, que en el artículo 8.2 sobre rendimientos máximos de producción prevé que "este límite podrá ser modificado anualmente por el Consejo Regulador". Lo que hizo fue aprobar un aumento, no para un año, sino para los tres años siguientes.
En efecto, el pleno del Consejo Regulador aprobó lo que los medios regionales consideraron "un notable aumento de los rendimientos de campaña": en 2016 ese aumento podrá llegar a los 27 millones de litros. La medida salió con una cómoda mayoría de 154 de los 200 votos. En la nueva estructura de las denominaciones de origen en España, con la formación de Interprofesionales, los grandes grupos privados o cooperativistas, junto a los sindicatos, ejercen un control abrumador que deja fuera de juego a las bodegas más pequeñas de calidad y aceleran la marcha del vino hacia la industrialización masiva.
En el mismo pleno se aprobó el incremento continuado de la superficie de viñedo (hasta 1.600 hectáreas en esos tres años) aunque se especificó que por primera vez no se admitirán nuevas plantaciones en ricos suelos de huerta, más propios para las berenjenas. Pero, claro, ninguna de las viñas anteriormente aprobadas, miles de hectáreas en suelos demasiado ricos para la viticultura de calidad, en municipios como el de San Asensio, se verá afectada. De ahí seguirán saliendo vinos con la contraetiqueta "calificada" de Rioja.
La calidad de los terruños de viña admitidos en una denominación está en el meollo de las quejas de Artadi y de muchos otros protagonistas del vino en España, que la semana próxima harán público un importante manifiesto al respecto. Y es que, a diferencia de los reglamentos de las denominaciones de prestigio en Francia, Alemania o Italia, en España la calidad de los terruños –suelo, subsuelo, microclima, orientaciones...- no aparece para nada en los reglamentos. Ello ha provocado el olvido de los milenarios pagos en Jerez y, en Rioja, ha colocado en pie de igualdad los patatales y las viñas en laderas calizas de bajísimos rendimientos.
En Rioja –y, siguiendo su ejemplo, en las demás denominaciones españolas, salvo la pionera de la alta calidad, Priorat- la calidad se mide por tiempo y tipo de envejecimiento: joven, crianza, reserva, gran reserva... Se obliga incluso a un único recipiente de crianza, la barrica bordelesa de 225 litros. Pero de la viña, nada de nada.
El modelo francés
En Francia, cuna del concepto de "origen" del vino, las denominaciones se subdividen en zonas, municipios y pagos: sólo los municipios que superan la calidad genérica de la denominación tienen derecho a aparecer en la etiqueta, sólo los pagos que superan la de su municipio pueden hacerlo, y en Burdeos y Borgoña se establecen diferentes niveles de pagos.
La diferenciación geográfica sí que es cualitativa en su esencia, y en cuanto un pueblo o un pago son reconocidos como superiores su prestigio y sus precios aumentan. En la Côte de Beaune borgoñona, Saint-Aubin y Chassagne-Montrachet son colindantes, pero los terruños de este último pueblo son reconocidos como mejores, y su cotización es muy superior. En zona bordelesa, las batallas a la hora de la revisión cada diez años de la clasificación de pagos en Saint-Émilion son épicas, y hace poco elmundovino narraba el último episodio de la pérdida de la categoría de 'grand cru' por tres propiedades vitícolas. Casi ni hace falta mencionar la polémica sobre si en Volnay un 'premier cru' debe o no pasar a 'grand cru'...
En España la historia, la tradición y el conocimiento de los terruños permitirían ir adoptando clasificaciones cualitativas (hay mapas geológicos detallados guardados en cajones de las DO Rioja y Ribera del Duero), pero los intereses creados de los grandes productores industriales lo impiden: el gran truco español es poder mezclar uvas de cualquier lugar de una denominación, lo cual implica fuertes ahorros, para hacer vinos de marca con enormes producciones. Lo del vino de un pueblo, y no digamos de un pago, no les interesa absolutamente nada.
Todo ello ha hastiado a Artadi, que ha tenido el coraje de romper la baraja, pese a los serios inconvenientes en la reglamentación europea de estar fuera de una DO. ¿Que pueden haber intervenido criterios políticos, que si hay un trasfondo vasco por estar en la Rioja Alavesa y estar siempre la secesión en un telón de fondo? Los haya o no los haya, es indiferente. La protesta es fundada, genuina y razonable.
La política cegata de España en el último cuarto de siglo, la de más y más vino, más y más industrial, nos ha llevado a ese precio medio de 1,02 euros por litro, el más bajo del mundo, y contrasta con los inteligentes esfuerzos de Italia durante ese mismo tiempo, que han aupado a sus vinos a niveles de prestigio ya cercanos a los de Francia.
El caso de Rioja es particularmente doloroso porque, con viñas y bodegas en cuatro comunidades autónomas, ésta es una de las tres DO españolas que no están regidas por políticos locales, sino por el Gobierno de la nación a través del Ministerio de Agricultura. La responsabilidad de éste es así más grave: ha favorecido la bastardización de la zona de mayor prestigio histórico en vez de propulsarla a los niveles de Burdeos, Borgoña, el Mosela o Piamonte, como se merecía. Y la indefinición política en España tras las elecciones agrava aún más la situación.
El caso es que, aparte de aquellas botellas ya etiquetadas y que irán saliendo en las próximas semanas de la bodega, toda la producción de Artadi –empezando por el Viñas de Gain 2014- va a aparecer como 'vino', lo que hasta hace poco se llamaba 'vino de mesa', y sin indicación geográfica alguna. Sus clientes sabrán, claro está, que si en la etiqueta pone 'El Pisón' o 'El Carretil', su origen es una de las viñas más excelsas de este país y del mundo, pero nadie lo certificará.
La DO Rioja se ha pegado un tiro en su propio pie, como dicen los anglosajones, en su cerrazón mercantilista. Artadi sigue estando donde siempre: la que ha perdido es la DO Rioja. Ha perdido credibilidad a los ojos del mundo y del mercado. Y no digamos si cunde el ejemplo...
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