Con todos ustedes, la Orquesta Olimpia
Tomás Martínez Págan en La verdad 26 de Febrero de 2017
Corría el año 1976 cuando tres jóvenes emprendedores cartageneros deciden poner en marcha la mejor y más completa sala de fiestas de la Trimilenaria hasta ese momento. Diego Valera y los hermanos Alfonso y Luciano (Chano) Martínez se unen para tomar el relevo de don Luciano Martínez, después de que este cerrara las puertas de la piscina de su finca de Barrio Peral. El experimento de convertir la balsa de su finca en una piscina donde, previo pago de la entrada, se podían bañar los vecinos e incluso comer la paella a mediodía previa reserva, o incluso contratar un pase por meses, fue algo novedoso y muy concurrido en nuestra ciudad hasta el momento en que llegó su cierre.
Antes de contar todo sobre la sala de fiestas, nada mejor que documentarse, para lo cual me reuní en El Colmao de la calle Jara, en el picoesquina del Hotel La Cartagenera, con uno de los fundadores, Chano, y con Pepe Puerto, gran músico cartagenero que en su momento fue director de su orquesta. Mientras nos tomábamos un picoteo llegó otro cartagenero de pro, Pedro García 'El Chapo', que se unió a la tertulia mientras Jaime y Luis, propietarios de este local ambientado en los antiguos colmaos de principios del siglo pasado, nos preparaban uno de esos almuerzos de lujo a base de tomate 'rajao' con melva y buen aceite, unas tostas de zurrapa roja con el pan caliente, de ese que absorbe la grasa y se puede comer solo, una tapita de pollo 'malafollá', unas peinetas de sardina anchoadas que les recomiendo probar, una tapa de 'canicas sevillanas' y unas papas zócalo, para terminar con un surtido de chacinas de Aracena y unos molletes manolitos de carne mechada trianera y pisto andaluz, todo regado con un tinto Sembro crianza de lo más rico; y de postre, unos chupitos con Piononos de Santa Fe.
Como ya se habrán imaginado, durante las más de dos horas que duró el picoteo y la tertulia tuve tiempo de sobra para ponerme al día sobre la Sala Olimpia y su historia, la cual procedo ahora a trasladarles. Antes de que abriese en aquel lejano 1976, La Dama de Oro, recién trasladada de su ubicación original en la última planta del Gran Hotel a la calle Asdrúbal, donde hoy sigue funcionando, era la sala que dominaba el sector con sus orquestas Los Brujos y Los Rumisant. Pero la apertura de Olimpia, con su novedoso concepto de los distintos ambientes, harían que esta se convirtiese en la primera de la comarca.
Cada año, los tres empresarios aportaban alguna novedad. Para empezar, lo que era la piscina, se convirtió en una extraordinaria fuente con efectos de luz en torno a la cual se ubicó la zona de copas. Aparte, los distintos ambientes que allí podías encontrar: desde Bar Hawaiano, Pub Madrileño, Caseta Sevillana, Café Suizo, pasando por la macrodiscoteca, con su famoso DJ Paco Escudero que estaba considerado como el mejor de la época, su restaurante El Cortijo y la gran Sala de Fiestas con Orquesta. Todo un complejo completísimo con 120 empleados, aparcamiento propio con entrada directa a la sala, y un aforo que rondaba las cuatro mil personas, a pesar de lo cual, a las 22.30 todas las noches, el jefe de porteros, Manolo Mena que era toda una institución allí, colocaba el cartel de completo.
Un disco y grandes artistas
A pesar de las muchas posibilidades que la sala ofrecía, no cabe la menor duda de que uno de los grandes espectáculos era la Orquesta Olimpia, de la que Pepe Puerto González fue director. Esta formación musical nació en 1979 con motivo de una fiesta organizada por las cofradías de nuestra Semana Santa para recaudar fondos y para la que quince grandes músicos se reunieron para actuar a 'coste cero' y así contribuir con nuestra semana grande. Lo que nadie podía esperar es la gran aceptación que esta tuvo, tanto que el público reclamaba su presencia todos los sábados y así fue como, de esta manera tan inesperada, nació la que se convertiría en la orquesta del momento aquí en nuestra Trimilenaria.
«¡Señoras y señores, desde el corazón de esta sala, con todos ustedes la Orquesta Olimpia!» Al bajo Rufino Sánchez, al piano Lorenzo Sánchez, a la batería Francisco Lozano junto con Manuel Moro y Vergara, en el saxo alto José Antonio Escribano y Juan Mari Garcia; en el saxo alto y barítono Ángel Paniagua; en los saxos altos tenor y clarinetes Alfredo Cuenca y José Puerto; en las trompetas Julián Morote; y Ángel Sánchez, Pascual Banacloig al trombón. Y así, durante un año, actuaron solo como orquesta big band, al estilo Glenn Miller.
Después se incorporaría a la misma el gran cantante cartagenero Francisco Galián, al que siguieron Beatriz, Giovanni, Mercedes, Teresa... hasta que en 1995 la orquesta dejó de actuar. Fue tal su categoría que en 1982 grabó un disco en Madrid, que la sala regaló a todos sus clientes habituales del momento, en atención a su fidelidad con Olimpia, que llenaba durante todo el año todos los fines de semana. Por ella pasaron grandes artistas y humoristas del momento como Alfredo Landa, Eugenio, Fernando Esteso y Sancho Gracia quien, en una noche de copas con Chano en el Madrileño, conocedor de la gran cuadra de caballos de los hierros Cárdenas y Terry que tenían los hermanos Martínez, quería salir a pasear a caballo por la Trimilenaria.
A raíz de esta, surgieron muchas otras anécdotas, como la de Miguel Gila, el mejor cómico del momento, de quien eran grandes forofos los padres de Chano, y a los que este sorprendió llevándole a comer a su casa ¡Y no vean cómo disfrutó don Luciano! O la de aquella ocasión en que algunos miembros de la orquesta, incluido Pepe Puerto, acompañaron a Raphael cuando vino a Versalles, la finca de la familia Celdrán, así como a otros muchos artistas de la época que, como Julio Iglesias, Rocío Jurado y Finita Imperio fueron pasando por la otra gran sala del momento, La Dama de Oro, donde también tocaba Pepe Puerto.
Fiestas benéficas
Mientras, en Olimpia se celebraban actividades de todo tipo y de promoción de todos los colectivos: Semana Santa, romería de San Ginés de la Jara, Carthagineses y Romanos, Centro de Iniciativas y Turismo... Fiestas con fines benéficos para las cuales los propietarios de la sala siempre la cedían a 'coste cero', para contribuir con todas estas causas.
Se trata de una de esas grandes cosas que no debería haber desaparecido pero que hoy, forma ya parte de esa historia bonita de una Trimilenaria que se nos fue en el tiempo pero que aún perdura en el recuerdo de muchos de los que, en aquella época, íbamos a bailar y disfrutar sanamente de la música, y encima a unos horarios que te permitían disfrutar también de los domingos, con esas mañanas de paseo y aperitivo en El Nido, con sus angulas, o en El Comodoro, el mejor pub de la ciudad que tan bien supo gestionar Perfecto Solana; y El Guarro y sus sardinas, frente a la Comandancia de Marina, o el Chamonix, con el mejor metre de la Región, Jesús Andreo; y los dulces de La Royal de Ramón o los pulpos de Eugenio Garcerán, en Santa Florentina. Y luego, por la tarde, a animar a nuestro Efesé: unos tiempos tan felices como añorados y que ya no volverán.
Y tras este intenso ataque de morriña, termino haciendo caso de la recomendación de un amigo que me escribió diciendo: «Las citas suelen ser de pedantería intelectual si dices el autor, o de sabiduría popular si no lo citas», así es que termino como ahora espera mi querido Doctor, recordándoles a todos que «La cultura es el camino, el saber es el final del camino».