Los Puertos en blanco

Los Puertos en blanco
Nevada 18 de Enero de 2017

viernes, 24 de marzo de 2017

AL OESTE ; LA MAGDALENA (Y LOS PUERTOS )


«Creo más en el destino que en las casualidades», me comentó mi buen amigo Paco Montoya, cuando coincidí hace 15 días con él y con el polifacético artista cartagenero Juan Pedro Esteban en el bar de la pescadería del barrio de Santa Lucía. En este singular local nos atendió Mario Losa que ayuda su hijo Joaquín, tercera generación de una familia que ya tiene a la cuarta, sus hijos Pedro y Carmen Martínez, en pruebas.
En la fachada de popa está la obra de Juan Pedro, un graffiti del Pinacho, las redes, los faros, los bloques y la bocana que se puede ver mientras se disfruta de un café asiático, de una láguena, de un reparo o de uno de los 'gin fizz' que sirven, con base de jarabe de limón y ginebra.
En esas estábamos cuando se incorporó a nuestra mesa Rufino, que se sorprendió de la ausencia de, pescado fresco para hacer a la plancha y acompañar a unas cañas. Mario recogió rápidamente el guante y dijo que todo se andará, ya que sabe del potencial turístico de este rincón tan marinero de la ciudad.


A media mañana partimos hacia la diputación de La Magdalena en la que hay pueblos tan bonitos como el Pozo de los Palos, San Isidro, El Palmero y los Puertos de Arriba y de Abajo, Molinos Marfagones y La Magdalena. A la ida me contaron lo comprometida que está la asociación vecinal en despertar la conciencia de los cartageneros respecto al valor de las poblaciones rurales que circundan la Trimilenaria y la abastecieron durante siglos de esparto, trigo, almendras, aceite, leche, carne y huevos.
Muchas son las necesidades de esa zona, cuyos habitantes siempre han tenido la sensación de no gozar de las mismas oportunidades que los de la urbe. A pesar de las dificultades, ellos siempre han valorado su tranquilidad y poder disfrutar del entorno natural, de los molinos de viento, de las ermitas, de los aljibes y de las torres.
Por eso, la asociación intenta rescatar la memoria histórica, para preservar las tradiciones rurales. Como sus miembros dicen, la Trimilenaria siempre ha mirado al mar, rodeada de murallas y ha vivido un poco de espaldas a las gentes del campo. De ahí el concurso 'Dibujo y murales infantiles de nuestro campo», al que se han presentado más de 750 trabajos de niños. Un jurado de primer nivel premiará a quienes mejor transmitan las tradiciones y los valores del campo. A la vista del interés que ha despertado entre los alumnos por conocer nuestra tierra y sus tradiciones, seguro que cada año irá a más.
La presidenta vecinal, Gini García Conesa, y su directiva nos acompañaron en un paseo excepcional por rincones inéditos, con una magnifica oferta gastronómica. La primera parada fue en La Barraca de Molinos Marfagones, donde tomamos una cerveza con embutido, continuamos ruta hacia el Pozo los Palos, donde encontramos un taller de elaboración de pan y queso. Hicimos un alto en el Mesón El Pozo para tomar un vino con unos callos con garbanzos y una tapa de exquisitos michirones que hacen todos los domingos. Mas tarde compramos pan de leña, torta de chicharrones y unas ricas empanadillas en una buena panadería.
Continuamos hacia Cuesta Blanca. En la terraza de la antigua tienda de Ángel de Antolín, hoy Venta Ana, tomamos unas cañas frescas y habas con embutido, de las que te transportan a otros tiempos, con el encanto de su mostrador y de sus armarios llenos de ultramarinos. Después de ver la Torre Rubia, una edificación defensiva, la Torre del Moro, la Corona en Perín y el Molino del Tío Jarapa, conocido como Molino de los Frailes, nos trasladamos a El Palmero. Allí nos prepararon unos callos de cordero y un plato de pulpo asado que nos saltaron las lágrimas al primer bocado.
Seguimos nuestra ruta hacia San Isidro con escala en la cantina del local social, que antes era la tienda-bar de Damián Aranda y donde aún se puede encontrar uno de esos antiguos murales de 'La cerveza del Sureste Azor', que muchos recordarán. Allí nos obsequiaron con unos michirones y buen vino del campo, todo ello en pequeñas cantidades, ya que aún nos quedaba llegar a la meta en el lugar donde antiguamente estaba el Horno de Melitón, hoy cerrado, en La Magdalena. Llegamos al local social donde nos esperaba una paella de conejo y una ensalada de la tierra, sin adornos, preparada en El Gato Negro junto al Museo Etnográfico de Los Puertos, que es otro de esos sitios donde se come de categoría.
En poco tiempo dimos buena cuenta de todo ello, mientras continuábamos con la tertulia en el corazón de la zona oeste, como le gusta decir a la directiva de la asociación. Así surgió la propuesta de hacer una ruta en bicicleta por los caminos y veredas, para conocer la flora de la zona el próximo domingo. Allí les dejamos, preparándolo todo y tratando de sacar adelante todos los proyectos que tienen en mente, como la recuperación de la Cueva de los Moros, hoy abandonada y que, con una pequeña inversión, será una zona a visitar.
Está comprobado que con ganas, se consigue todo. Ejemplo de ello es la Asociación Cultural La Chamba de Amigos de los Bolos Cartageneros que han creado. Ilusión y ganas no les faltan, tan solo un poco de apoyo municipal que, estoy seguro, se podría conseguir, porque 'el oeste también existe', y se puede visitar y disfrutar como el resto de la Trimilenaria. Termino hoy con un pensamiento de mi buen amigo, el padre Paulino, «Es bueno traer la historia al presente, no para estar añorando, sino para que sea enseñanza maestra».

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